domingo, mayo 14, 2006

"Cuando solo nos queda la perplejidad"


La tengo en mis "Lugares Comunes", ha actualizado la web y he leído este texto que me ha dejado perplejo. Conozco un par de casos parecidos. Éste que relata ella hoy me ha entristecido aún más. Son pequeñas cosas que ocurren a diario. Yo al leerlo he pensado también en la dejadez de la gente, que suele pasar de largo ante muchos de estos sucesos cotidianos que requieren de su ayuda. Es realmente una lástima, ¿cuándo evolucionaremos?

"Esta es una historia real. Sucede en un barrio antiguo de una gran ciudad. Uno de esos barrios donde cada día algún anciano fallece e inmediatamente la casa donde vivía, una planta baja , es derribada para construir un edificio de microapartamentos de precios astronómicos . Un barrio de calles estrechas donde quedan oscuros talleres donde tapizan muebles o encuadernan libros o pulen candelabros de bronce.

El protagonista es un hombre de sesenta años al que acaban de operar de una grave enfermedad . Este hombre es un hombre trabajador, lleno de energía, sentido del humor y un agudo sentido de la justicia. Este hombre mira desde su balcón como una brigada de obreros está arreglando la calle donde vive. Son magrebíes. Este hombre no piensa que son magrebíes o nada parecido. Este hombre ha vivido lo suficiente para saber que hay imbéciles en todas las razas y países. Este hombre ve como los trabajadores le gritan a una mujer que intenta pasar con su cochecito por las obras. La mujer les intenta explicar que tiene que pasar por allí porque le va a dejar el niño a su madre. Ellos no la entienden y le gritan que no puede pasar. No hay ninguna valla, ni ninguna señal por parte del Ayuntamiento que indique que por allí no se puede pasar: nada. La mujer, amedrentada por los gritos que ahora se han convertido en alaridos, retrocede. Nuestro hombre ve la escena desde el balcón con preocupación, pero la operación que ha sufrido le ha dejado de alguna manera sin su energía habitual. Ahora baja a la calle , tiene que ir a buscar a su nieta, una niña discapacitada, de la que se ocupa muy a menudo. Saca el coche del garaje, a dos calles de la suya y va a buscar a su nieta. Al regresar tiene que pasar por su calle. Va muy despacio, con cuidado, pues aunque no hay ninguna indicación de que la calle esté cortada , los trabajadores están rehaciendo la acera y tienen todas las herramientas desperdigadas . Los trabajadores empiezan a gritarle y a decirle que se detenga. El lo hace. Le gritan, como a la mujer del cochecito, palabras que él no entiende. El intenta explicarles con calma que tiene que dejar a su nieta en la puerta de su casa. Ellos suben el tono. Le dan puñetazos al coche. La niña empieza a gritar asustada. Los trabajadores gritan mas. Nuestro hombre haciendo acopio de valor sale del coche para explicarles cara a cara que tiene que pasar por allí, que la niña no está bien. Al verle salir del coche, la actitud de los trabajadores pasa de amenazante a violenta . Son seis hombres jóvenes. Le acorralan contra el coche y con una pala de hierro le golpean el brazo. La niña empìeza a dar alaridos de desesperación. El hombre intenta conservar la calma, sube al coche. Da marcha atrás. El hombre intenta calmar a la niña, pero la sangre que corre por su brazo no contribuye precisamente a ello.

Cuando el hombre, esa misma tarde, acude al Ayuntamiento a denunciar los hechos, le dicen que ellos no contratan a esos trabajadores, que es una empresa la que les subcontrata, que denuncie los hechos a la policia, pero que es VERGONZOSO que alguien denuncie a unos trabajadores porque son magrebíes. Nuestro hombre perplejo, dice que los denuncia porque le han agredido, que el hecho de su procedencia no tiene nada que ver, la empleada del Ayuntamiento, le mira con desprecio y le dice que los denuncie a la policia, que ellos no van a hacer nada. Nuestro hombre sale del Ayuntamiento . Se sienta en un banco. Recuerda los gritos en un idioma que no entiende, el terror en la cara de su nieta, y por primera vez en su vida, se siente terriblemente viejo, infinitamente cansado."



Isabel Coixet


4 Comments:

At 12:58, Blogger La Luna said...

Ufff, me has dejado triste y floja con este texto ...
Un beso.

 
At 16:29, Blogger Ana said...

Qué horrible... y qué triste sobretodo saber que no solo pasa en una ciudad, sino en muchas otras, o quizás --lamentablemente-- en todas.

Me he quedado igualmente triste y aungustiada pensando en esa pobre niña.

Besos.

 
At 02:14, Blogger Javier Herce said...

Qué triste...

 
At 12:11, Blogger Fougère said...

Este hombre ha vivido lo suficiente para saber que hay imbéciles en todas las razas y países...

Y el cansancio vital...

 

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