martes, diciembre 26, 2006

Despertar IV

...Esta vez consideraba con fervor que con ese paseo al amanecer se reabriría ante ella aquel trayecto abandonado tiempo atrás, aquel sendero, puente entre la sumisión y la vida; en ningún caso podría pensar en desaparecer.

Ahora súbitamente se sentía viva, más de lo que lo había estado nunca, y embriagada de tantas emociones que se le antojaba imposible desistir.

Cayó en la cuenta: se juzgó enamorada; ¡cielos!, nunca lo había estado, lo añoraba íntimamente con cada fibra de su ser, mas nunca pudo sentirlo; empero creía que estaba experimentando esa violenta y única sacudida interior que perciben las parejas que observa a diario amarradas en el parque, o aquellas que ve con frecuencia en tantas y tantas películas; las que se demuestran y prometen un amor tan puro como esa brisa, ese mar extenso ante su ventana, ese paseo que le brinda la oportunidad de su vida.

Así se sentía en aquel precioso instante.

Al fin y al cabo había estado con él toda la noche; en sueños, sí, pero habían hecho el amor apasionados, y después habían charlado largo y tendido con la mirada, hasta caer abrazados en el más profundo y feliz de los sueños, con la seguridad de que estarían juntos al alba, de que el Lorenzo les sorprendería aferrados el uno al otro con las sábanas aún revueltas; con la certeza de que tendrían por delante horas, días y noches para seguir amándose de aquella manera.

El despertador chilló con su timbre agudo y molesto, y la devolvió a su cama deshecha, a la blancura apagada de las paredes de su habitación, a la gris realidad.

No se levantó, aún podía sentir el roce de las cortinas blancas en su espalda desnuda, y parecía percibirle también a él y a sus manos sedosas y perfectas, de dedos no muy largos escribiéndole un “Te amo” con la delicadeza de las caricias más dulces.

El Sol, ahora más alto, comenzó a molestarle en los ojos y ella decidió darse la vuelta por algún tiempo. No tenía intención de incorporarse, le tenía a él, ¿qué más podía pedir?

El despertador berreó por segunda vez, al tiempo que ella se percataba de que el otro lado del colchón estaba vacío.

La brisa marina cesó por un momento; sus manos ya no la acariciaban, su olor ya no la inundaba, y la mañana de pronto se tornó sombría, carente de toda luz.

La venció la tristeza, y dos lágrimas cristalinas se desprendieron y discurrieron por sus mejillas.

¡Claro que él no estaba allí!, tan solo había sido un breve encuentro en la playa frente a su casa la tarde anterior. Apenas habían cruzado un instante la mirada mientras cada uno caminaba por su lado, hacia lugares y futuros distintos.

A ella le pareció que aquella mirada quería trasmitirle algo, e intentó responder con la suya sin encontrar el modo adecuado de decirle… no sabe qué.

Así transcurrieron dos segundos, puede que tres, antes de que ella -siempre era ella, ¡puta inseguridad!- apartase la cara y siguiera su camino reprochándose el haberse detenido, luchando por no mirar atrás...

3 Comments:

At 16:29, Blogger Javier Herce said...

Feliza año y sigue despertando!!!!

 
At 15:28, Blogger La Luna said...

Porque los sueños se hagan realidad, por seguir el camino que queremos y no detenernos.
Un beso.

 
At 20:11, Blogger Daughter of the Moon said...

Hola, cada vez que leo la continuación de tu historia siento que describes algo que ya he experimentado... raro pero lo bueno es que fue parte del pasado.

Te deseo un muy buen año, en todos los ámbitos, que todas tus metas se cumplan y que este año tengas mucha felicidad.

Cuidate mucho, saludos...

 

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